lunes, 19 de abril de 2010

Democratización de la energía. Producción autóctona

Hace ahora 30 años, dábamos algunos de los pasos hacía una posible independencia energética y una futura democratización de la energía.

Como un proyecto piloto y con la intención de transformar la inmensa cantidad de energía que transcurre por el estrecho de Gibraltar en forma de incesantes vientos . Se instalaron los primeros molinos eólicos.  Los magníficos resultados de esta primera iniciativa dieron pie al desarrollo de esta tecnología en todo el país. Una tecnología que sigue avanzando para mejorar sus capacidades productivas y solucionar sus deficiencias, como el almacenamiento de la energía producida en horas en las que no se consume por medio de pilas de hidrógeno u otros sistemas.  

Este fue sin duda un primer paso hacia lo que podría ser una descentralización de la energía y una  democratización de la misma. 
La energía producida localmente y aprovechada de forma local, utilizando los distintos recursos y tecnologías adecuadas a cada zona, sería un práctica ecosófica que  aportaría un gran valor regional, nacional e internacional,  tanto de forma colectiva como individual. Disminuirían las dependéncias económico-politico-geoestrátégicas, por lo que gozaríamos de unas relaciones internacionales más sanas.  

El ejemplo de esta creación de un escenario de progreso y revalorización local podemos encontrarlo en las nuevas cooperativas eólicas surgidas en los últimos años en las poblaciones rurales de Inglaterra o en la iniciativa de la ciudad de Friburgo en Alemania para crear una cooperativa abierta a todos sus cuidadanos con la que serían capaces de gestionar localmente su abastecimiento energético. 


España, actualmente importa el 78,4 % de la energía que consume (Dato: OSE Sostenibilidad en España 2009) 

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